Cuando uno piensa en vino de España, lo primero que nos viene a la cabeza, seamos españoles o no, es Rioja. Sin duda es la Denominación de Origen española con más fama, y para quienes nos hemos adentrado un poco en el mundo del vino, tal vez la más olvidada, muchas veces acusada de demasiado clásica. Pero Los Bonvivant nos hemos dado una escapada a esa tierra de vinos ancestrales y hemos vuelto enamorados, justamente, de los clásicos, hablamos de los vinos y también de esa sana costumbre del tapeo y la buena comida en compañía.

Una vez llegados a Logroño, arrancamos nuestra ruta en la archiconocida calle Laurel, donde las despedidas de soltero y algún que otro precio un tanto inflado por la fama, han robado un poco del encanto de esta calle famosa por su marcha y su buen tapeo. No obstante, sigue siendo parada obligada en una visita a la ciudad. Merecen los honores los pinchos de champiñones (sí, en plural porque vienen tres champiñones gigantes en cada pincho) del bar Ángel (Laurel, 12); las «zapatillas» del Villa Rica (Albornoz, 1), que en Cataluña serían torrades de pernil, y las patatas a la riojana del bar Soriano (Travesía de Laurel, 2).

Pero no todo en Logroño es calle Laurel. Para una experiencia más al estilo de toda la vida, recomendamos ir a la calle San Juan, también en el casco antiguo. Allí marcamos una estrellita en nuestro mapa sobre el Samaray (San Juan, 3), con su especialidad en huevos de codorniz y una gran variedad de pinchos y bocadillos, cañas bien tiradas, buen vino de la tierra y precios más que justos. También la vinoteca A tu gusto (San Juan, 21), donde vimos desaparecer ante nuestros ojos la torre de «zapatillas» más grande jamás vista. Ya sólo eso les dice lo buenas que están.
Y para los más atrevidos, vale mucho la pena salir del casco antiguo y visitar bares prácticamente desconocidos para quienes somos de fuera, como La Taranta (Ma. Teresa Gil de Gárate, 39), un bar de toda la vida que a primera vista no parece tener demasiado atractivo, pero donde probamos un salmorejo impresionante, y ya por esa zona, hay que visitar el bar Galdós en la calle del mismo nombre con su especialidad de cazuelas. Podemos acabar la noche en el Barrio Bar (Menéndez Pelayo, 10), un sitio con mucha vida local, en un ambiente más moderno pero sin pretensiones. Aquí, además de su oferta de tapas, recomendamos seriamente sus cócteles.

Y si les queda tiempo (y si no, háganse un hueco), una escapada a pocos kilómetros merece muchísimo la pena, a la Rioja alavesa y sus bodegas de vino (nosotros visitamos las del Marqués de Riscal, muy completa y con cata final a menos de 12€), o el pueblecito de Laguardia, con mucho encanto y no menos atractivos gastronómicos. Aquí visiten el Batzoki Rioja-Alavesa (Calle Mayor, 22), donde se come delicioso y abundante a buen precio, aunque al ser País Vasco, se nota la subida respecto de La Rioja.
¿Qué vinos de Rioja son sus favoritos? ¿Han ido y quieren compartir con nosotros algo que nos dejamos de lado? Esperamos ansiosos sus comentarios e interacciones.